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lunes, 9 de febrero de 2015

ARMAMENTO E HISTORIA DEL MUSEO NAVAL DE SAN FERNANDO (CÁDIZ) (I).


Artículo escrito por Jesús Núñez y publicado en el nº 322 correspondiente al mes de abril de 2009, de la Revista "ARMAS", págs. 78-84.
El original está ilustrado por treinta y una fotografías en color y dos en blanco y negro.

 Por Real Decreto de 28 de septiembre de 1792, siendo Rey de España Carlos IV de Borbón, se dispuso la creación de un Museo de Marina en la “Nueva Población de San Carlos” ubicada en la Antigua y Real Villa de la Isla de León, hoy de San Fernando en Cádiz.

La circunstancia de que el último monarca de la Casa de Habsburgo en España, el rey Carlos II, no tuviera descendencia directa, motivó que éste, en su testamento, nombrara heredero al jovencísimo Duque de Anjou. Éste, al fallecer aquél en el año 1700, pasaría a ostentar la corona española con el nombre de Felipe V, convirtiéndose así en el primer monarca de nuestra dinastía borbónica.

Al ser nieto de Luis XIV -rey de Francia- y no renunciar a sus derechos hereditarios al trono galo, además de contravenir los intereses sucesorios en España del Archiduque Carlos de la Casa de Habsburgo, se produjo un contundente rechazo por parte de Inglaterra, Holanda y Austria.

Dividida la nación entre borbónicos y austriacistas, comenzó la llamada Guerra de Sucesión, que se libraría durante los tres lustros siguientes y en la que también participaron las principales potencias europeas de la época.

Los Tratados de Utrech en 1713 y de Rastatt en 1714 pusieron prácticamente fin a la disputa por la corona española, reconociéndose los derechos soberanos de Felipe V, si bien a costa de perder todas nuestras posesiones europeas de los Países Bajos, Luxemburgo, Nápoles, Cerdeña, Milán, Toscana, además de Gibraltar –todavía hoy día vergonzosa y humillantemente bajo pabellón británico- y la isla de Menorca, en beneficio de Francia, Austria e Inglaterra, respectivamente.

Las lecciones aprendidas que se obtuvieron en materia naval durante dicha guerra, concienciaron a las más altas instancias de su gran importancia y por lo tanto, de la necesidad de contar con una Marina moderna, dotada de potentes navíos artillados, bien adiestrada y mejor dirigida, que garantizase y protegiera las comunicaciones marítimas españolas con lo que había quedado de nuestro Imperio: las posesiones de Ultramar y muy especialmente las de América.

España había sido antaño una potencia marítima de primer orden pero la situación en que se encontraba, fruto del continuado abandono económico y la desidia política a las que lo habían sometido sus gobernantes, exigía, y nunca mejor dicho, un cambio de timón y de rumbo.

Se imponía una total reestructuración que dejara atrás el conjunto de flotas navales locales, pertenecientes a los diferentes reinos del Imperio. Era necesaria una única Marina. Y ello llegó con la Real Orden de 21 de febrero de 1714, naciendo así la Armada Real, base de nuestra Marina de Guerra, hoy llamada Armada, a secas, que cuenta ya con casi tres siglos llenos de honor y gloria.

Orígenes del Museo Naval.

Se creó por Real Decreto de 28 de septiembre de 1792, reinando Carlos IV y siendo Ministro de Marina el capitán general de la Real Armada Antonio Valdés y Fernández Bazán: “El Rey tiene resuelto establecer en la Nueva Población de San Carlos un Museo de Marina que, a más de la biblioteca general, reúna todas las ciencias naturales que son necesarias para la completa instrucción del Cuerpo de la Armada, y consiguiente utilidad en ella”.

Sin embargo, los acontecimientos políticos y militares por los que atravesó España a finales del siglo XVIII y primer tercio del XIX, imposibilitaron que aquel proyecto, al igual que otros muchos, se materializara.

Finalmente y tras no pocas vicisitudes, se dispuso que el Museo Naval se instalara en Madrid, siendo inaugurado provisionalmente el 19 de noviembre de 1843 por la reina Isabel II en la Casa de los Consejos, un histórico edificio de la calle Mayor, muy conocido por haber sido la sede de la antigua capitanía general y actualmente de la Región Militar Centro.

A partir de entonces, dicho museo comenzaría un largo peregrinaje que estaría jalonado en 1845 por su traslado a la Casa del Platero, situada en la calle Bailén, entre el Palacio Real y el desaparecido templo de Nuestra Señora de la Almudena; en 1853 por su traslado al Palacio de los Ministros, junto al actual palacio del Senado, en la plaza de la Marina Española; y finalmente, en 1932, su traslado hasta su emplazamiento actual, el antiguo Ministerio de Marina, hoy Cuartel General de la Armada, en la conjunción del Paseo de la Castellana con la calle Montalbán.

No obstante, la existencia de numerosos fondos museísticos, que superaba con creces el espacio disponible en el recinto madrileño así como la ilusión y entusiasmo de diferentes cuadros de mando de la Armada, o de la Marina como se decía antes, por conservar y dar a conocer la historia naval en las cabeceras de los departamentos marítimos y otros lugares de interés, terminó por dar origen a los museos filiales o periféricos.

Así, fueron naciendo los museos navales de Torre del Oro en Sevilla, Cartagena (Murcia), Canarias en Las Palmas de Gran Canaria, El Ferrol (La Coruña), Alvaro de Bazán en El Viso (Ciudad Real) y el de San Fernando (Cádiz), protagonista del presente artículo.

El Museo Naval de San Fernando.

Inaugurado oficialmente el 27 de marzo de 1992 y visitado por SS.MM. los Reyes el 6 de julio de 1994, se encuentra actualmente ubicado en uno de los edificios con mayor historia de la Armada.

Sin embargo, está previsto su traslado a otro edificio emblemático como es el de la antigua capitanía general de la Zona Marítima del Estrecho, también sita en San Fernando, bautizada así por Resolución de las Cortes de 27 de noviembre de 1813 en honor al rey Fernando VII, como reconocimiento a los actos de valor y lealtad de sus habitantes frente al ejército francés durante la Guerra de la Independencia.

Su cambio a la principal vía de la ciudad –la calle Real- mejorará sin duda su accesibilidad y conllevará un importante incremento de visitantes, pues su emplazamiento actual -calle Almirante Baturone Colombo- en el interior de la Escuela de Suboficiales de la Armada, se halla bastante distante del centro urbano. Su acceso es gratuito y sus horarios de visita son de martes a viernes de 10’00 a 12’00 horas y sábados y domingos, de 10’30 a 13’30 horas.

El edificio donde ahora se encuentra el Museo, forma parte del conjunto histórico-monumental que comprende la “Población Militar de San Carlos”, diseñada y levantada para la Marina Real en las últimas décadas del siglo XVIII y que por Real Orden de 14 de Marzo de 1786 se denominó así en honor del monarca reinante Carlos III.

El proyecto inicial de esa pequeña ciudad castrense comprendía una serie de construcciones destinadas a Casa del Capitán General, Intendencia, Tesorería, Contaduría, Cuartel y Academia de Guardias Marinas, Cuartel de Brigadas, Academia de Pilotos, hospital, dos cuarteles más para la tropa de Batallones de Marina e incluso una iglesia.

Sobre su historia, el Ministerio de Defensa publicó en 1992 la docta obra “La nueva población de San Carlos en la Isla de León, 1774-1806”, cuyo autor es el profesor y brillante historiador Juan Torrejón Chaves, especialista en la materia y prolífico escritor que, por cierto, también se ha adentrado en la investigación relacionada con el armamento, siendo autor, además de diversos artículos, del muy recomendable libro “Guerra e Industria. La Factoría de la Sociedad Española de Construcción Naval en San Fernando: Los talleres de La Carraca y San Carlos (1913-1964)”, también publicado en 1992.

Centrándonos en el edificio, bautizado precisamente con el nombre de Carlos III, que actualmente alberga el museo naval, hay que empezar diciendo que es de estilo neoclásico y finalizó su construcción hace más de dos siglos, concretamente en 1798. Tiene cinco patios en su interior, destacando el central, de diseño circular rematado en montera de cristales sostenida por ocho columnas jónicas, y al que se accede a través de dos escaleras en forma de espiral que a pesar de dar al mismo patio, se cruzan y no llegan a juntarse.

Dicho edificio, que tuvo diversos usos, a veces compartidos, es de aquellos que bien podría decirse, “si sus paredes hablaran …cuantas historias nos contarían …”: de 1798 a 1847 fue Academia de Pilotos e Intendencia del Departamento, de 1810 a 1820 fue Academia Militar de la Isla de León, de 1815 a 1819 fue alojamiento de tropas con destino a nuestras posesiones de América, de 1823 a 1828 fue acuartelamiento de las tropas constitucionales del coronel Antonio Quiroga y de las fuerzas realistas del Duque de Angulema, de 1833 a 1836 fue alojamiento de prisioneros carlistas, de 1845 a 1870 fue Colegio Naval Militar, de 1870 a 1912 fue Capitanía General del Departamento, en 1898 fue residencia de los oficiales repatriados de Cuba y Puerto Rico, de 1913 a 1943 fue Escuela Naval Militar, de 1943 a 1971 fue Escuela de Suboficiales y Escuela de la Milicia Naval Universitaria, de 1972 a 1990 fue Escuela de Suboficiales y Escuela de Escribientes, y desde ese último año Escuela de Suboficiales, albergando también en parte de sus dependencias y desde 1992 el Museo Naval.

Los fondos del Museo.


Una vez que el visitante accede a la Escuela de Suboficiales de la Armada y se dirige al edificio Carlos III, entra por el lateral que se encuentra junto al imponente edificio del “Panteón de Marinos Ilustres”, creado por Real Orden de 10 de octubre de 1850 y solemnemente inaugurado el 2 de mayo de 1870. Se trata de otro lugar que no debe dejarse de conocer y sobre el que el Ministerio de Defensa editó en el año 2004 un documentadísimo libro titulado “El Panteón de Marinos Ilustres. Trayectoria histórica. Reseña bibliográfica”, cuyo autor es el general auditor honorífico del Cuerpo Jurídico Militar e insigne historiador, José Ramón Cervera Pery.

El Museo Naval, actualmente dirigido por el capitán de navío Tomás de Mendizábal Barreiro-Meiro, a quien se agradece expresamente las facilidades dadas para la realización del presente artículo y las fotografías que lo ilustran, conserva una valiosa colección de objetos y piezas que proceden en su mayoría de diversos buques y dependencias de la Armada en la Bahía de Cádiz, del Museo Naval de Madrid, así como de donaciones y colecciones particulares, entre las que destaca, sobre todo en cuanto a armamento se refiere, la de la “Asociación de Amigos de los Museos de Marina”.

Reunir tantas y variadas piezas que están distribuidas a lo largo de nada más y nada menos, que 19 salas situadas en diferentes plantas, ha sido -desde sus inicios- fruto principalmente del gran esfuerzo y amor a la Armada y a su Historia que han puesto de constante manifiesto todos sus directores sin excepción, mereciendo ser destacado junto al actual, ya citado, nuestro introductor de embajadores, el capitán de navío Julio del Cuvillo Díaz-Alersi.

Tras atravesar la puerta de acceso al Museo, flanqueada por un ancla tipo Hall y un cañón fabricado en Rusia en 1826, ambos de grandes dimensiones, el visitante se adentra en el vestíbulo y primera de las salas, cuyo techo se encuentra coronado por una gran lámpara hecha con la rueda del timón de la corbeta “Princesa”, mientras que en las paredes cuelgan sendas panoplias con antiguos pertrechos navales e instrumentos de música de la Armada.

Las otras 18 salas están dedicadas a otras tantas áreas temáticas, que dado su extensión e interés, serán objeto de un próximo artículo y muy especialmente las zonas dedicadas a las municiones y al armamento, tanto portátil, de acompañamiento como pesado, utilizado por la Armada en diferentes épocas o que sin ser de dotación o uso reglamentario, procede de donaciones o depósitos de particulares.

Continuará


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